SILENCIO

Pensó en recostarse, tal vez un rato. Dormía poco, pero el silencio no duerme. Tumbada esperó por costumbre con los ojos abiertos al techo y los brazos a los lados. Como buscando algo, como buscando furia. Solo escuchó en los oídos el propio corazón.

Y allá afuera la bruma famélica mordió los bordes de las cosas y los devoró para escupirlos desvanecidos, húmedos. Y ese blanco callado y líquido.
empañó el río y todo alrededor. Luz quieta. Luz joven.

Entonces contuvo el aire. Permaneció inmóvil y esperó, sin saber bien qué. Detenida y en silencio. Atascada.
Y en esa pausa sostenida pensó en la bruma de afuera, en el río y sus huellas… ella, sin poder escucharlo siquiera. Ella, queriendo odiarlo. Tan sola. Adentro.
Sin poder.